Lo que parecía que iba a ser una guerra rápida terminó convirtiéndose en una guerra de desgaste que duró cuatro años. A continuación detallaremos el desarrollo de La Primera Guerra Mundial en detalle.

Fases de la Primera Guerra Mundial

Una vez iniciado el conflicto, podríamos dividir la Primera Guerra Mundial en dos fases principales, lo que se ha venido a llamar Guerra de Movimientos, en 1914, y la Guerra de Posiciones, en los años 1915 y 1916, seguido de un año de crisis y otro que supondría el final del conflicto.

Guerra de Movimientos (1914)

La Primera Guerra Mundial fue un conflicto bélico sin precedentes en el que las fuerzas militares de las potencias europeas se enfrentaron en un enfrentamiento global que duró desde 1914 hasta 1918. La guerra se caracterizó por la evolución de las tácticas y las armas, que condujeron a un enfrentamiento brutal que costó la vida de millones de personas.

La primera fase de la guerra, que se desarrolló entre agosto y noviembre de 1914, se conoce como la «guerra de movimientos». Durante esta fase, los ejércitos alemanes intentaron implementar el llamado «Plan Schlieffen», un plan de guerra diseñado para derrotar rápidamente a Francia antes de dirigir todas las fuerzas alemanas contra Rusia. El plan fue elaborado por el general alemán Alfred von Schlieffen y se basaba en la idea de que una rápida invasión de Francia permitiría a Alemania ganar la guerra antes de que Rusia pudiera movilizar sus fuerzas.

El Plan Schlieffen dependía de la rapidez y eficacia de las tropas alemanas para avanzar a través de Bélgica y Luxemburgo, rodeando a las fuerzas francesas y atacándolas desde el norte. Sin embargo, la invasión alemana de Bélgica provocó la entrada de Gran Bretaña en la guerra en defensa del país, lo que obligó a los alemanes a luchar en dos frentes.

La Batalla del Marne, que tuvo lugar del 6 al 12 de septiembre de 1914, fue un punto de inflexión en la guerra de movimientos. Las fuerzas alemanas avanzaron rápidamente hacia París, pero se encontraron con una férrea resistencia de las fuerzas francesas y británicas. La batalla terminó en una victoria táctica para los Aliados, y aunque no detuvo completamente el avance alemán, sí puso fin a la posibilidad de una victoria rápida de Alemania.

A partir de entonces, la guerra se convirtió en una guerra de trincheras, con los ejércitos atrincherados en líneas defensivas y luchando por pequeños avances en el frente occidental. El frente oriental, por otro lado, vio una serie de victorias para los rusos en los primeros meses de la guerra, pero la superioridad tecnológica y organizativa de los alemanes finalmente les permitió ganar la ventaja.

La guerra de movimientos dejó más de un millón de bajas, con Francia y Alemania perdiendo alrededor de 300.000 soldados cada uno en la Batalla del Marne. La guerra de trincheras que siguió fue aún más sangrienta y devastadora, con millones de soldados muriendo en batallas como la del Somme y Verdún.

En resumen, la primera fase de la Primera Guerra Mundial, conocida como la guerra de movimientos, fue una fase de rápido avance y contraataque en la que los ejércitos alemanes intentaron implementar el Plan Schlieffen para derrotar rápidamente a Francia antes de dirigir todas las fuerzas alemanas contra Rusia. Por otro lado, los alemanes no contaban con suficientes suministros y recursos para mantener una ofensiva prolongada, y la llegada de refuerzos británicos y franceses permitió que la línea del frente se estabilizara. Ambos bandos se establecieron en trincheras, lo que dio inicio a la llamada «guerra de trincheras».

Guerra de Posiciones (1915-1916)

También conocida como «guerra de trincheras», fue consecuencia directa del fracaso del Plan Schlieffen, un periodo en el que los frentes se estabilizaron y se mantuvieron prácticamente inmóviles durante estos dos años.

Los ejércitos se estancaron en un frente largo y estrecho que se extendía desde el Canal de la Mancha hasta la frontera suiza, creando una línea de trincheras que se extendía a lo largo de cientos de kilómetros. La idea era que las tropas estuvieran protegidas detrás de las trincheras mientras se llevaban a cabo los bombardeos y los ataques. El objetivo era avanzar lentamente hacia el territorio enemigo, apoderarse de él y continuar avanzando hacia el siguiente objetivo.

A medida que la guerra se prolongaba, las trincheras se extendían y se fortalecían, y se creaban sistemas defensivos cada vez más sofisticados. Las tropas pasaban largos períodos de tiempo en las trincheras, en condiciones muy precarias y peligrosas, luchando contra el frío, la lluvia, la humedad, el barro y la falta de suministros. La vida en las trincheras era muy dura, y los soldados estaban expuestos a enfermedades, mutilaciones y muerte constante.

A pesar de las dificultades, se llevaron a cabo diversas ofensivas por parte de ambos bandos, pero la mayoría de ellas fracasaron debido a la sofisticación de las defensas enemigas. A menudo, las ofensivas se lanzaban después de intensos bombardeos, pero los efectos de estos bombardeos eran limitados. Las tropas atacantes a menudo tenían que cruzar tierras devastadas, con cráteres, alambradas y trincheras enemigas aún intactas, lo que las hacía vulnerables al fuego enemigo.

La Batalla del Somme, librada en 1916, es considerada una de las batallas más sangrientas de la Primera Guerra Mundial. El ejército británico lanzó un ataque masivo después de una larga preparación de artillería, pero sufrió enormes pérdidas debido a la sofisticación de las defensas alemanas. El fracaso de la ofensiva llevó a un cambio en la estrategia británica, alejándose de las ofensivas a gran escala y centrando sus esfuerzos en la guerra de desgaste.

El fracaso del Plan Schlieffen, que era el plan alemán para una rápida victoria sobre Francia antes de concentrarse en Rusia, también contribuyó al estancamiento de la guerra y la Guerra de Trincheras.

Después de una larga campaña en Bélgica, las fuerzas alemanas intentaron avanzar hacia Francia de nuevo, esta vez a través de Verdún en febrero de 1916. Sin embargo, la batalla de Verdún resultó en una de las batallas más sangrientas de la guerra y en una victoria costosa y limitada para los alemanes.

La guerra de posiciones se extendió a lo largo de la línea del frente y se caracterizó por la construcción de extensas redes de trincheras y fortificaciones, la escasez de suministros y la falta de progreso significativo en el avance de cualquiera de los bandos. Los soldados vivían en condiciones terribles, luchando en estrecha proximidad con el enemigo en las trincheras, y sufriendo constantes ataques con gases tóxicos y enfermedades infecciosas.

En 1916, los franceses intentaron recuperar el territorio perdido en Verdún lanzando una gran ofensiva en el río Somme. La batalla del Somme se libró desde julio hasta noviembre de 1916, y aunque resultó en una victoria táctica para los aliados, fue una de las batallas más sangrientas de la guerra con más de un millón de bajas entre ambos bandos.

La guerra de posiciones continuó en el frente occidental durante los siguientes dos años, aunque hubo algunas batallas importantes, como la tercera batalla de Ypres (conocida como la batalla de Passchendaele) en 1917, en la que los británicos intentaron recuperar el control de Flandes de los alemanes.

En el frente oriental, la guerra también se caracterizó por la lucha en trincheras, aunque hubo más movilidad en los combates debido a la gran extensión del frente y la falta de fortificaciones sólidas. La participación de los rusos en la guerra se vio gravemente afectada por la Revolución de Febrero de 1917 y la posterior Revolución de Octubre que llevó al poder a los bolcheviques liderados por Lenin, lo que llevó a Rusia a retirarse del conflicto.

La guerra naval también se libró en esta fase de la guerra, con la intensificación del bloqueo naval británico que buscaba cortar las líneas de suministro alemanas. La batalla naval más significativa fue la batalla de Jutlandia en mayo de 1916, en la que las flotas británicas y alemanas se enfrentaron en un combate naval de gran escala que resultó en una victoria táctica alemana, pero no logró cambiar el equilibrio general de la guerra.

En resumen, la guerra de posiciones o de trincheras fue la segunda fase de la Primera Guerra Mundial, que se extendió desde 1915 hasta 1917 en el frente occidental y oriental. Se caracterizó por la construcción de trincheras y fortificaciones, la escasez de suministros y la falta de avances significativos en el frente. A pesar de las grandes batallas como la batalla de Somme y la batalla de Passchendaele, la guerra de posiciones no pudo cambiar el equilibrio general de la guerra.

Batalla del Somme

Una de las más terribles, largas y sangrientas batallas de la Primera Guerra Mundial con más de un millón de bajas entre ambos bandos.

Batalla de Verdún

La más larga de las batallas de la Gran Guerra.

Batalla de Galípoli

La batalla de Galípoli o Batalla de los Dardanelos, fue una campaña militar en la que británicos y franceses trataron de conquistar el control del estrecho del Bósforo y la capital otomana de Estambul con el fin de abastecer al Imperio ruso.

Año 1917

El año 1917 fue un punto de inflexión en la Primera Guerra Mundial. La guerra había entrado en su tercer año y las potencias beligerantes se encontraban en un estado de agotamiento y desesperación. Las fuerzas alemanas y austrohúngaras parecían haber ganado la iniciativa, habiendo conseguido importantes victorias en el frente oriental y habiendo detenido los avances aliados en el frente occidental. Sin embargo, 1917 vería importantes cambios en el curso de la guerra.

En el frente oriental, los rusos estaban sufriendo una crisis política y militar. En febrero, la revolución rusa estalló y derrocó al gobierno zarista. El nuevo gobierno provisional, liderado por Aleksandr Kérenski, decidió continuar la participación de Rusia en la guerra, pero la moral del ejército estaba por los suelos y la disciplina se había debilitado. Los alemanes aprovecharon la situación y lanzaron una gran ofensiva en el este en julio, capturando importantes territorios y capturando a cientos de miles de soldados rusos.

Mientras tanto, en el frente occidental, los aliados estaban preparando una gran ofensiva conjunta. El ejército francés estaba en plena reorganización y recuperación tras el caos y la crisis de 1916, y los británicos habían desarrollado nuevas tácticas y armas, incluyendo los tanques. En abril, la ofensiva comenzó con el ataque británico en Arras, seguido por la ofensiva francesa en el Chemin des Dames en mayo. Ambas ofensivas lograron algunos avances, pero también resultaron en graves bajas y en un estancamiento en el frente.

En el frente italiano, las fuerzas austrohúngaras lanzaron una gran ofensiva en la primavera de 1917, avanzando profundamente en territorio italiano y capturando la ciudad de Gorizia. Los italianos lograron detener el avance austrohúngaro en la Batalla de Caporetto, pero la derrota fue un duro golpe para el país.

El año 1917 también vio importantes cambios políticos en las potencias beligerantes. Los Estados Unidos entraron en la guerra en abril, lo que supuso un importante refuerzo para los aliados. Además, la caída del gobierno francés y la llegada al poder de Georges Clemenceau en noviembre, y la Revolución de Octubre en Rusia, que llevó al poder a los bolcheviques liderados por Vladimir Lenin, marcaron el comienzo de una nueva fase en la guerra.

En resumen, 1917 fue un año de importantes cambios en la Primera Guerra Mundial. Mientras que las potencias centrales parecían tener la iniciativa, las fuerzas aliadas estaban preparando una gran ofensiva. La situación política y militar en Rusia también cambió drásticamente, y los Estados Unidos entraron en la guerra, lo que supuso un importante impulso para los aliados.

Fin de la Primera Guerra Mundial (1918)

El año 1918 fue un año crucial en el desarrollo de la Primera Guerra Mundial, que culminó con el fin del conflicto en noviembre de ese mismo año. Tras tres años de guerra de trincheras y una serie de batallas y ofensivas fallidas por parte de los Aliados, los alemanes habían logrado ocupar gran parte del territorio francés y belga. Sin embargo, la entrada de Estados Unidos en la guerra en abril de 1917 y el esfuerzo conjunto de los Aliados en el frente oriental comenzaron a cambiar el rumbo de la guerra.

El año 1918 comenzó con una serie de ofensivas alemanas en el frente occidental, con el objetivo de lograr una victoria decisiva antes de que las fuerzas estadounidenses llegaran en gran número. La primera de estas ofensivas, conocida como la Ofensiva de Primavera o la Ofensiva de Kaiserschlacht, comenzó el 21 de marzo de 1918 y logró grandes avances territoriales en un corto período de tiempo. Sin embargo, las líneas de suministro alemanas se estiraron demasiado y la ofensiva se detuvo en mayo, con un costo enorme en términos de vidas y recursos.

Después de la Ofensiva de Primavera, los Aliados lanzaron su propia ofensiva en agosto de 1918, conocida como la Ofensiva de los Cien Días. Esta ofensiva fue un éxito rotundo, y las fuerzas aliadas avanzaron constantemente en el frente occidental, recuperando territorios perdidos y empujando a las fuerzas alemanas hacia su propio territorio. En el frente oriental, las fuerzas alemanas también estaban en retirada, lo que significaba que la guerra estaba llegando a su fin.

El 29 de septiembre de 1918, el emperador alemán Guillermo II ordenó la retirada de las tropas alemanas de Bélgica y Francia, y se iniciaron negociaciones para el fin del conflicto. El 11 de noviembre de 1918, se firmó el Armisticio de Compiègne entre los Aliados y Alemania, poniendo fin a la Primera Guerra Mundial.

La guerra había dejado un saldo enorme en términos de vidas y recursos, con más de nueve millones de soldados y civiles muertos y una gran parte del continente europeo en ruinas. También llevó a cambios significativos en la política y la sociedad en Europa y el mundo, incluyendo el debilitamiento de los imperios austrohúngaro, ruso y otomano, el ascenso de Estados Unidos como una potencia global y el surgimiento de nuevas naciones en Europa.

En resumen, el año 1918 fue el año en que la Primera Guerra Mundial llegó a su fin, después de años de conflicto y millones de vidas perdidas. Fue un año de ofensivas y retiradas, de victorias y derrotas, que finalmente llevó a un acuerdo de paz entre las potencias en conflicto. El fin de la guerra tuvo un impacto duradero en la política y la sociedad de Europa y el mundo, y su legado aún se siente hoy en día.

El Tratado de Versalles, que puso fin oficialmente a la Primera Guerra Mundial, fue firmado el 28 de junio de 1919. Este tratado impuso duras sanciones a Alemania, incluyendo la pérdida de territorios y colonias, el pago de enormes reparaciones de guerra y la aceptación de la culpa por la guerra. El tratado también estableció la Sociedad de Naciones, una organización internacional destinada a prevenir futuros conflictos internacionales.

El Tratado de Versalles no logró resolver todas las tensiones políticas en Europa, y en la década de 1930 se produjo un resurgimiento del nacionalismo y el militarismo en países como Alemania, Italia y Japón. Esto eventualmente llevó a la Segunda Guerra Mundial, que fue aún más devastadora que la Primera Guerra Mundial en términos de vidas perdidas y daños materiales.

La Primera Guerra Mundial también tuvo un gran impacto en la sociedad y la cultura de la época. Los soldados que lucharon en la guerra experimentaron traumas físicos y psicológicos que a menudo duraron toda su vida. La guerra también tuvo un impacto en la posición de las mujeres en la sociedad, ya que muchas mujeres tuvieron que asumir trabajos fuera del hogar mientras los hombres estaban en el frente.

En cuanto a la cultura, la Primera Guerra Mundial inspiró una gran cantidad de obras literarias, artísticas y musicales, algunas de las cuales se han convertido en clásicos. La poesía de guerra, en particular, es muy conocida y apreciada en la actualidad.

En conclusión, la Primera Guerra Mundial fue un evento que cambió la historia de la humanidad para siempre. Con millones de muertos y heridos, así como una gran cantidad de daños materiales y sociales, esta guerra tuvo un impacto duradero en el mundo. La lección que se aprendió fue que los conflictos internacionales nunca deben ser resueltos a través de la violencia y que la cooperación y la diplomacia son la clave para prevenir futuras guerras.

Tratado de Versalles

El Tratado de Versalles fue un acuerdo de paz firmado el 28 de junio de 1919 entre los países aliados y Alemania, que puso fin oficialmente a la Primera Guerra Mundial. El tratado se firmó en la Galería de los Espejos del Palacio de Versalles, cerca de París, y sentó las bases para la reorganización política y territorial de Europa.

El tratado impuso severas condiciones económicas, territoriales y políticas a Alemania, lo que provocó el descontento y la ira de muchos alemanes, que lo consideraron humillante y una imposición injusta. Entre las medidas más destacadas se encuentran la obligación de aceptar la responsabilidad de la guerra, el pago de enormes reparaciones de guerra a los países vencedores y la pérdida de territorios que incluían Alsacia-Lorena, la región de Memel y la Alta Silesia, entre otros.

Además, el tratado limitaba severamente el tamaño del ejército alemán, prohibía la producción de armamento y desmilitarizaba Renania, la región fronteriza con Francia. Estas medidas pretendían evitar la recuperación militar de Alemania y asegurar la estabilidad de Europa, pero también dejaban a Alemania vulnerable y debilitada ante posibles amenazas futuras.

El impacto del Tratado de Versalles en Alemania fue profundo y duradero. La economía alemana se vio gravemente afectada por las reparaciones de guerra y la pérdida de territorios ricos en recursos naturales. Además, la humillación y la sensación de injusticia generadas por el tratado alimentaron el resentimiento y la desconfianza hacia los países vencedores y sentaron las bases para el ascenso del nazismo y la Segunda Guerra Mundial.

El Tratado de Versalles también tuvo importantes implicaciones para el resto de Europa y el mundo. La desaparición de los imperios austrohúngaro, otomano y ruso, y la creación de nuevos estados, como Checoslovaquia y Yugoslavia, alteraron radicalmente el mapa político y territorial de Europa. Además, las tensiones y rivalidades entre los países vencedores y la percepción de injusticia y desigualdad generadas por el tratado sentaron las bases para futuros conflictos y tensiones internacionales.

En resumen, el Tratado de Versalles fue un acuerdo de paz crucial que puso fin a la Primera Guerra Mundial, pero también fue un acuerdo polémico y controvertido que tuvo importantes implicaciones a largo plazo para Europa y el mundo. Su impacto se sintió en la política, la economía y la sociedad de Alemania y del resto de Europa durante décadas, y su legado sigue siendo objeto de debate y reflexión hasta el día de hoy.